Columnas

El Viacrucis 2023

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión no crucificada)

Las cosas estaban patas arriba en la provincia romana de Mexicum, desgobernada desde hace más de cuatro años por el pretor Hociconus Pejelagartum, que hacía ver al anterior pretor, Epeenus Estultius, como un genio.

Tan mal estaban las cosas en Mexicum, que los únicos felices eran las legiones del Crimen Organizadum, gracias a la impunidad que gustosamente les da el pretor con su estrategia de hacerle al Tío Lolum llamada oficialmente «amplexus, no balazum».

Como no había una sola cosa qué poder presumir al Emperador, a Hociconus Pejelagartum le urgía un distractor para que los solovinum pudieran seguir echando porras a tan ineficiente y corrupto régimen. Por eso, pensó -es un decir- en el show de los crucificadum para complacer a la plebe oficialistum.

Decidido el show, faltaban los participantes, así que entre los empresarium, los periodistum, las mujeres, la economía de Mexicum, los enfermos de todas las clases, la Naturaleza, la lógica y un largo etcétera de todas sus víctimas, se decidió por Aspiracionistum, ese clasemediero que le dio el triunfo que lo llevó a pretor y que ahora lo quiere fuera del poder.

Antes, y para taparle el oculus al machum, fingieron un juicio por medio de una consulta popular. La chinaca popular debía decidir entre liberar a Aspiracionistum o a Yasmín Copionus, y como ya se les había dicho antes del juicio que si no votaban como quería el pretor les iban a quitar los denarios del bienestar con el que los tienen comprados, la liberada fue Yasmín Copionus, que para celebrar fue a fusilarse otra tesis, esta vez para comprobar que acabó el nivel pavulitum.

A partir de ese momento, Aspiracionistum recibió el azote de las redes sociales, en las que lo tachaban de «clasista y racista, fifí, conservador, mafia del podé» y más, palabras calcadas del pretor, que pagaba a sus lambisconum para repetirlas ad nauseam.

Después, en el colmo del sadismo, a Aspiracionistum lo forzaron a escuchar todas las misas de siete del pretor en cámara lenta, aunque luego se dieron cuenta de que esa es la velocidad normal de Hociconus Pejelagartum para hablar.

Después, Aspiracionistum fue golpeado con el látigo de la ignorancia y la difamación oficial, que de él dijeron que estudiaba nomás para salir de pobre, que sabía leer para ofender a los solovinum, que tenía casa para marcar la diferencia de clase entre el Pueblo Buenum y el Pueblo Malum.

Después, lo hicieron cargar la cruz de la incompetencia oficial, pues era él quien la pagaba. Pero como el personal del pretor era 10 por ciento incapacidad y el 90 por ciento restante también, no supieron cómo era la forma de una cruz y Aspiracionistum terminó llevando un cuadrado malhecho que además debía empujar, porque los solovinum soldados le aseguraron que era una rueda de acuerdo a las enseñanzas de la nueva SEP.

De ahí lo condujeron a la Centralis Avionerum, donde esperaban que la crucifixión les diera tantito rating y un par de pasajeros. No pudieron llegar porque se perdieron y además se dieron cuenta que era más fácil llegar a Líbano que a la Centralis.

Como otra reprimenda, lo llevaron por todas las provincias desgobernadas por los morenum, sólo para comprobar que el caos y la destrucción es generalizada. Después de un mítin para sobarle el ego al pretor, por fin llegaron al Gólgota del Bienestar.

Aspiracionistum tuvo que armar la cruz él mismo, pues nadie de los oficialistum supo cómo hacerlo. Tuvo que clavarse a ella también sin ayuda, pues los oficialistum eran demasiado haraganes hasta para cumplir con sus labores.

No pudieron crucificarlo porque la madera y los clavos del Bienestarum se desbarataron apenas los tocó el martillo. Los había comprado el primus filius del pretor, el zángano Josefus Ramonum, quien había salido huyendo de los Estados Unidum por vivir como jeque sin profesión legal conocida, y con los sobres amarillum que le dieron para las cruces se fue de viaje con su ex modelo y sus zanganitos, y compró cualquier cochinada nomás por no dejar.

Aspiracionistum fue dejado parado en el suelo y bajo el sol, y como castigo le pasaron la cuenta de lo  que ha costado el sexenio.

Con eso tuvo para morirse de un infarto, mientras Hociconus Pejelagartum continúa su labor destructiva y le pasa los gastos aún después de muerto.

Twitter: twitter.com/Fabiocarton

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