
Un cuento de Navidad 2023
«La Grilla en Rosa» de Fabio (versión sin tres fantasmas)
El señor Pejescrooge era un miserable amante del dinero ajeno obtenido siempre con extorsiones y amenazas. Eso era bien sabido desde que era un niño berrinchudo al que había que cumplirle todo porque «se trababa», cosa que sus padres creyeron que era una enfermedad. Se veía que los padres de Pejescrooge no sabían distinguir la epilepsia de un berrinche telúrico, lo que explica la clase de monstruito en que se convirtió.
Tuvo otros muchos socios en su afán de juntar dinero sin trabajar, mismos que mandó a mejor vida. No literalmente, como sí lo hizo con su propio hermano adolescente, pero sí los usó y los tiró una vez que ya no le sirvieron de nada. Estaba por celebrarse la Navidad, y al codicioso no le interesaba otra cosa que no fuera él mismo, ¡ah, y que hubiera foquitos en algunas casas para demostrar que se había recuperado económicamente -eso daría pie a poder extorsionarlos-!
Los muertos que iba matando Pejescrooge ahí iban quedando, convencido de que además de todo el dinero ajeno era merecedor de la gloria eterna sin pagar ninguna consecuencia. Estaba queriendo hacer la meme a las cinco de la tarde, porque además de todo era bastante haragán, y ya se estaba poniendo las cremas y tubos para el cabello que le deja su adorable esposa conocida como «La Zopi», cuando empezó a escuchar ruidos de cadenas afuera de Palacio Nacional.
-¡Otra vez ejtaj mugrej feminijtaj! Lej voy a echar a loj polijías para que les repartan un poco de humanijmo mejicano.
En eso apareció un espíritu igualito a él, que iba arrastrando con una lengua formada por eslabones de mentiras de todas las promesas que supuestamente iba a cumplir y a las que recurrió para llegar al poder y creerse que le había escriturado el país a su nombre.
-¡Cállate, mentiroso! -le dijo el espíritu de entrada. Traía puesto un arrugado traje talla Clavillazo, terciado por una banda presidencial hecha con cabeza de indio y coloreada con colores de la brujita-. Vengo porque hasta yo, tu versión legítima, estoy harto de ti y tus cuentos. Cada mentira hace que deba cargar cada vez más cadenas con el hocico y eso es pesadísimo.
-Máj pejado es inventarlas a diario, con apenas un café, pan, varias garnachas y comida gourmet en la barriga, ante mi público fiel que ejpera a saber la nueva babosada que inventé eje día.
-¡El maldito tiple! -dijo el Pejescrooge legítimo tapándose los oídos- ¡Me harta tu voz chillona y que hables lento como si en serio pensaras lo que vas a decir! ¡Ya basta de la pose de habladito lento y de hablar comiéndote las letras y cambiando las «s» por «j»! -la furia en la cara del espectro era intimidante.
Pejescrooge vio que la cosa iba en serio y comenzó a hablar rapidito y con las letras completas.
-Vengo porque van a visitarte tres espíritus, que esperan que no les saques diezmo -continuó el ente- y que endereces un poco el camino, que a estas alturas se ve muy cabrón de lograr, como decía Sor Juana Inés de la Cruz. Y me voy, porque me castra verte y en este ratito se me agregaron otros diez metros de cadena en la lengua gracias a tus cuentos.
Fiel a su costumbre, a Pejescrooge le valió lo que le dijo su legítimo, y se puso a escoger el pañal con el que iba a pasar la noche. Lo interrumpió el primero de los espíritus anunciados, uno muy alegre y que fingía ser pobre, como él fingía en Tabasco.
-Me presento, soy el Espíritu de las Navidades Pasadas. Vengo a recordarte cómo eras antes, cuando eras pasante de pandillero en Tabasco.
-Espérame, tengo que darle el beso de las buenas noches a alguien.
-¿A la no primera dama-no escritora-no investigadora-no culta-no mamá?
-No, a Lord Molécula. Está feo, pero es tan lambiscón que ya siento que lo amo.
Luego de ir con el pseudoperiodista, Pejescrooge y el espíritu pasearon por los primeros años del mesías.
-Mira: ahí está tu primer berrinche; mira, ahí están tus padres creyendo que ser un malcriado era una enfermedad y por eso no te metieron en orden. Mira: ahí está tu práctica de tiro al blanco con tu hermano, al que mandaste a calacas de manera «accidental» de un balazo.
-Lo extraño.
-¿A tu hermano?
-No, al revolver con el que le metí el plomazo, digo, del que se me fue la bala… Este, ¿qué más?
-Mira: ahí está tu primera transa; ahí está tu estúpida afición al béisbol, que insistes en imponer en el gusto de los mexicanos; mira: también están tus primeras transas; mira: está la vez que casi te ahogabas, pero no te ahogaste y te tragaste tu propio cuento de que eras un iluminado con una misión en la vida; mira: ahí están tus primeras lambisconerías a políticos del PRI, que buscabas que te premiaran; mira: ahí está tu himno al tricolor y tus primeras derrotas electorales, que nunca has reconocido; mira: están tus primeras extorsiones pagadas por Ernesto Zedillo vía el gordinflón Marcelo Ebrard; mira: ahí está el momento en que le hallaste gusto a explotar a otros para sacarles lana; mira. ahí está el momento en que le ponías el cuerno a tu esposa enferma con la no primera dama… Vaya catálogo de ilegalidades el tuyo, ¿eh, picarón?
-Tú traes puros otros datos sobre mi vida -reclamó Pejescrooge al ver el incómodo espejo de su vida.
-¡Alégrate, ya eres el peor presidente de lo que queda de este país! Ese es tu gran mérito: Eso, y ser la mejor nana de los narcos. Te dejo, porque la neta tienes una personalidad repelente y no quiero que me vayas a robar dinero inventando un fideicomiso de ayuda a los pejescrooges del pasado. La neta, no sé qué te han visto tantos ilusos. Bye.
Otra vez, a Pejescrooge se le resbalaron las críticas, culpando a Calderón de todos los espíritus de las navidades pasadas existentes. Llegó otro espíritu, menos alegre que el anterior.
-¿Y tú, eres algún joven al que mataron por comprarle drogas a otra banda de mis amigos del narco?
-Chales, ya me habían dicho que eres un piojo que cree que el mundo gira a tu alrededor y que te vale la vida de los demás. Soy el Espíritu de las Navidades Presentes y te tengo los otros datos de lo que eres, Pejescrooge.
-¿Ah, sí, y qué soy?
-Una mala versión de Luis Echeverría mezclado con José López Portillo, acomplejado, ignorante, hablador, mentiroso, asesino por omisión y comisión, sociopata, mezquino, autoritario, mesiánico, comunistoide, anacrónico, misógino, corrupto… En resumen, un perfecto jijo de tu Pin Pón Papas.
-¡Esto es un compló! ¡Se supone que me ibas a mostrar las navidades actuales!
-Claro, ya te traje los foquitos para que creas que estamos bien. Ya me voy; en serio que eres repelente. Eso sí: descansé al decirte tus netas en tu cara. Qué bueno que aquí no es la mañanera.
A Pejescrooge no le pareció tanta sinceridad después de cenar, y el kilo de garnachas que se había comido le empezó a caer pesado. Sin anunciarse, en medio de un rotortijón, se le apareció el tercero de los espíritus, uno siniestro, oscuro, que apestaba a muerte y a corrupción.
-Me gusta como hueles.
-Es tu olor.
-Y cómo hablas.
-Es tu voz.
-Se nota que eres más malo que yo jugando béisbol en horario laboral.
-Soy tu maldad.
-¿Por qué eres tan oscuro?
-Porque tú te pasaste de gris y ya te fuiste hasta el negro chicozapote. Además, soy el color de tu opacidad, de tu alma, de tus acciones, de tus ideas, de tus intenciones de quedarte vía la Vitola Sheinbaum para seguir destruyendo el país; soy el color de lo que te importa las cientos de miles de muertes que has causado; soy la inutilidad de tu desgobierno y de tus obras carísimas e inacabadas. Soy tú, el Espíritu de las Navidades Futuras.
Pejescrooge se quedó callado por un momento, como si tuviera enfrente a algún periodista serio cuestionándolo. Luego dijo:
-Pues te ves re’ bien. Me gusta.
-¿Verdad que sí? También soy negro, como tu cinismo y como el futuro del país si sigues al frente. Vamos a echarnos unas garnachas para celebrarte.
-Tengo una idea mejor: desfalquemos a México para pagarlas.
-¡Echale un quinto al piano y que siga el vacilón!
El tercer espíritu se supone que debía asustar a Pejescrooge, pero su ratero hijo Andy lo vio antes y le adjudicó contratos ilegales, con lo que lo amansó y por eso se hizo cuate del mesías mentiroso.
Los foquitos de las navidades futuras se fundieron de inmediato.
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NOTA: A los lectores de esta columneja les deseo muy Feliz Navidad y un gran Año Nuevo. Al Lic. Víctor Villicaña le agradezco permitirme publicar estos materiales que no cualquiera se animaría a difundir. Me tomo un descanso. Nos vemos en 2024.
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