Columnas

Teléfono descompuesto estilo macuspano

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión cortita para grillar de volada)

Todo fue que el mesías del narco revelara el teléfono personal de la corresponsal de The New York Times en México, porque según él ella lo difamó al hacerle preguntas sobre el tema del narcofinanciamiento que desde siempre se ha tenido sobre el dinero con el que pagó sus campañas eternas y vivió como rey sin trabajar, porque en el fin de semana se soltó una lluvia de teléfonos privados de varios políticos, entre esos los de la Seño X y la títere copiona.

Como ya es costumbre y completamente previsible, la reacción del narcopresidente por el primer teléfono que salió el sábado, el del Bodoque José Ramón López Beltrán (quien se quejó de que ponen en riesgo su vida y la de su familia), fue la de chillar cono nena. Ay, pobrecito: que le diga eso a todos los periodistas y víctimas de su papito a lo largo del sexenio.

Como desquite, fanáticos del mesías revelaron, por ejemplo, el teléfono de la Seño X, y alguien más dio a conocer el celular de la candidata modelo cecina del oficialismo. Mientras la copia del Peje reaccionó igual y con las mismas palabras -qué raro-, incluso exhibiendo el celular de un ciudadano que se la mentó, la Seño X da muestra de que está hecha de otra madera.

De la Seño X reveló el celular una aviadora del Senado llamada Martha Julieta Villegas Aguayo, quien en Twitter se hace llamar «La Catrina Norteña», quien en plan de Juana de Arco se puso a defender al Señor y según ella le hizo un chorro de mal a la hidalguense. Pero con la gracia de un vals ella respondió no sólo diciéndoles elegantemente que los pejistas son unos hijos de suchi, pero además poniendo su teléfono a la orden del público.

Este lunes demostró que, efectivamente, su teléfono está vuelto loco recibiendo mensajes de los prosimios oficialistas, los menos, pero muchos más mensajes de apoyo, y contestó llamadas al azar tanto de apoyadores como de detractores, a quienes respondió con sonrisa digna de examen dental. No dejó de denunciar, eso sí, que un orangutánico pejista la amenazó de muerte (de esos hay muchos, pues ya me han tocado; pero suelen ser como su ídolo, hocicones de teclado y ya en vivo muy cobardes y chillones).

En el fondo de todo esto queda el afán divisivo y de odio que trae siempre el sociópata de Palacio, acrecentado ahora que ya es oficialmente apodado narcopresidente y que nada tiene que presumir al final de la pesadilla que ha sido su sexenio. Lástima que más de 180 mil muertos de su estrategia de chiqueo a los que le pagaron las campañas, los infames «abrazos, no balazos», no pueden presumirse de logro sexenal. Tal vez como mal ejemplo sí.

Mientras, a ver con qué nuevas tonterías nos sale el que se siente por encima de leyes, hombres, dioses, fuerzas de la naturaleza, de la lógica, la razón y la cordura. Lo que sí es que, si se creía a la altura de Benito Juárez y Tata Lázaro, en la historia patria le corresponde apenas el papel de primer lugar en la basura más llena de moscas del devenir nacional, a un lado de la bacinica de Antonio López de Santa Anna.

 

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