Columnas

‘Popularidat’, remedio infalible

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión que es bien archisuperpopularísima)

Desde el inicio de este periodo no-presidencial, todo se mide y se basa en lo que las encuestas digan del mesías. No su eficiencia, no su afán democratizador, no sus resultados. No: todo se reduce a… su popularidad.

Una obsesión que tiene el Iluminado es estar siempre arriba de los índices de ‘popularidat’ -como dice- porque siente que con eso ya cumplió la encomienda por la que se le paga, y muy bien, como presidente de TODOS los mexicanos.

Recalco el ‘todos’ porque en el minicriterio del mesías hay un cadenero en la entrada que impide que ingresen en él los que no han sido comprados por su corrupción ni por sus dádivas electoreras, que han secado todos los presupuestos nacionales.

Es decir, ahí no entran casi todos los mexicanos; sólo la secta, por más rateros e ineptos que sean.

No sé ustedes, pero yo estoy hasta el queque de la muy supuesta ‘popularidat’ mesiánica. Todo se reduce a eso. Y ya chole, para volver a las palabras del clásico.

Son ya incontables las ocasiones en que se le cuestiona sobre diversos temas espinosos en la misa de siete, y resulta que da la vuelta a la respuesta aduciendo, por enésima ocasión, que es el «segundo presidente más popular del mundo».

Eso está en el mismo terreno en el que están los ‘otros datos’, otro idiotismo del idioma  patentado en este sexenio. Es mentira, pues: de hecho, ha perdido muchos puntos de aprobación, y sigue cayendo.

A cuatro años efectivos (empezó a destrozar México antes de llegar al puesto, con la venia y pacto de impunidad con Enrique Peña Nieto, al cancelar el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, tirando con ello la economía hasta el punto de crecimiento menor a cero, don’t forget), no hay en el desgobierno polarizador, despilfarrador, corrupto e inútil del popularísimo un sólo dato, uno, que sea positivo. Por eso echa mano de la mentada y muy supuesta popularidad.

Siempre lo he dicho: si lo que quería era ser popular siempre, se hubiera metido a competir y ganar el concurso «La Flor más Bella del Ejido», ostentando el título por siempre jamás, aunque a estas alturas ya se pareciera más a la Gilbertona de Culiacán.

Ser ‘popular’ a costa del país es un caso digno del mejor psiquiatra. ¿Habrá alguno que atienda a megalómanos con complejo de inferioridad y a unos miles de tontos que le creen sus cuentos?

Si lo hay manden el teléfono a Palacio Nacional, mejor conocido de un tiempo para acá como «Circo Tabasco».

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