Columnas

Pero si es un fraude de lo más normal

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión anti fraudes electorales)

Nada tan normal y democrático como emprender una campaña con todos los recursos de un gobierno corrupto desde más de tres años antes de las elecciones, por encima de todas las leyes electorales.

Nada tan cotidiano como un presiden… corrijo, un narcogolpeador metido a presidente metiéndose un día y otro también en el proceso electoral informal y más aún en el formal, quien no dio tregua al tema electoral desde que en mala hora fue elegido, y quien nunca fue sancionado ni por el INE que sí funcionaba -antes del muy inoportuno relevo de Lorenzo Córdova- ni por el INE que tiene las tripas llenas de parásitos morenistas, empezando por la inepta consejera presidenta Guadalupe Vivamlo Taddei.

Es la cosa más rutinaria del mundo resecar los presupuestos de todas las ramas del gobierno, federal y estatales, endeudar el país más que todos los presidentes en cien años, robarse fideicomisos y afores, todo para comprar a cuanto idiota se pusiera a la mano para que vote por tu secta y su corrupción, pues desde que los maiceas con tu corrupción, gustosos la hacen suya. Tú y yo somos uno mismo, uh oh oh.

¿Quien dijo que es irregular que un INE sin la gente capacitada y sin la capacidad organizativa que tuvo antes de que lo parasitara Morena -que le recortó buena parte de su presupuesto- hiciera un programa de resultados preliminares lento, alterado y con supuestos ataques cibernéticos muy a favor de la narcocandidata oficial?

Muy malos son esos ojos que ven reprobable que sin recato alguno la secta abrió oficinas para que los ignorantes que son su clientela fueran a formarse para que les compraran el sufragio. Muy mala leche son esos que sorprendieron a los operadores de la secta en plena elección repartiendo toneladas de dinero en efectivo entre la mascotiza para hacer su Gran Fin de votos en pro de la títere.

Nada fuera de lo normal es que las hojas de resultados oficiales fueran casi todas alteradas en su vaciado al PREP, siempre en detrimento de la declinante Seño X, siempre a favor de la reseca. No es extraño que haya casillas en que la totalidad de los votos fueran para la secta, que haya resultados seis o siete veces mayores a la población que podía votar en la casilla, todos con pensamiento de colmena, votando por la chispeante y simpática títere consentida del profesor.

Son usos y costumbres arrancar urnas y sacarles los votos favorables a la Seño X y dejarlos tirados en la calle. Es un estilo de democracia premoderna, terminajo muy de moda en tiempos de Carlos Salinas y del gurú de esta elección, Manuel Bartlett, el ratero de la CFE.

¿Qué tiene de extraño que los señores sicarios brindaran sus servicios de asesoría electoral y dirigieran los sufragios al partido que tan buena vida y tan sólida impunidad le ha brindado?

No hay fijón de que desde el domingo hasta este momento brinquen en las redes sociales las pruebas -nada de suposiciones, evidencia tangible- de la alteración de los votos, de los conteos, del PREP y de la voluntad de la gente que por millones salió a votar y a quienes la inútil Taddei redujo a sólo el 61 por ciento de participación, y que no se volcaron a las calles para pedir que les siguieran partiendo la madre con el gobierno más narco, más inepto, más corrupto y más cínico en la historia nacional.

En fin, fue un fraude de lo más normal. Ya bájenle la espuma a su chocolate.

SÍNDROME ESTOCOLMO ESTILO PERIODISTAS

El último renglón del apartado anterior resume la esencia de lo que sigue: los pavorreales de la información, los medios grandes, las cadenas de la televisión, todos, nos quieren convencer de que ya no hay nada qué hacer, que ya estuvo, que ganó la reseca y que vivan vivan seis años más de corrupción pejista.

Esta elección sirvió para encuerar a los habitantes del Olimpo periodístico, cuyo sometimiento y conveniencia quedó más que claro en las emisiones del que se presentaba como el mayor programa periodístico de la televisión, Tercer Grado.

Cuando acudió Xóchitl Gálvez, enfrentó al tribunal inquisitorial que le cuestionó hasta si cuando niña usó la marca Jello para las gelatinas que dijo vendía. Todo le señalaron, todo le criticaron, fueron groseros, una jauría contra una candidata.

Ah, pero que llega la emisión con la reseca títere. ¿Dónde quedaron los perros, apá? Mutaron en un coro de perritos Chihuahua, temblorosos, titubeantes, lambiscones, que en nada se atrevieron a preguntar con el rigor con el que sí lo hicieron con la Seño X.

Ahora, en la cruda y el coraje del  fraude del Peje para imponer a su sirvienta, todos los opinólogos nos quieren convencer de que ya estuvo, que no hay nada qué hacer, que la Olivia va a seguir en lugar del Popeye garnachero.

Esos paladines de la democracia quieren que veamos muy normal el fraude que describí en la primera parte de esta columneja, porque alegan que, háganme el p… favor, no hay pruebas del mismo. Óigame no, diría el que dijo.

Fraude es fraude de donde venga. Y normalmente vienen del poder, aunque hay fraudes imaginarios, como la derrota del mesías en 2006, en la que mintió diciendo que había ganado.

Por fortuna, luego del marasmo de la elección, la sangre irriga los cerebros opositores y ya se organiza un reconteo, que se exige sea total, de votos y casillas, porque el fraude fue tan grande que no se puede ocultar.

Continuando con lo continuable, gracias a esta elección voy a dejar de leer como mis referencias a varios que consideraba excelentes periodistas, como Raymundo Riva Palacio, quien salió con la burrada de que la clase media le dimos el gane a la candidata del ignorante que se ha pasado el sexenio bañándonos de insultos por aspirar a ser mejores, estudiar, lograr un patrimonio y ser felices. Que el Peje, primero, y la titina, ahora, son nuestra culpa.

Seguro nada tienen qué ver los millones de ignorantes y haraganes que creen que el dinero se da en las macetas del mesías. Ahora resulta que vimos mal: que no eran mascotas: que las filas de comprados estaban llenos de gente con maestrías y doctorados, listos a recibir dos mil pesotes por su dignidad y su nación.

Y como pago a sus lambiscones servicios, con la pavorrealada periodística por delante, el mesías ya amenazó este miércoles con censurar a los medios que lo critiquen. ¿Felices, nenes?

Termino con un fragmento de la columna de Pablo Hiriart, único columnista que no nos quiere convencer de que no hubo fraude:

«Los medios y la mayoría de los comentaristas en radio y televisión ignoraron el fraude cometido por el gobierno.

«En el mejor de los casos lo minimizaron por la distancia entre el primero y el segundo lugar.

«Falso que haya sido una elección limpia.

«Claudia Sheinbaum asumirá el poder con la mancha imborrable de la ilegalidad.

«Un triunfo ganado por la intervención anticonstitucional del presidente, y la compra de voto más grande de la historia».

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