Columnas

Mi General el Transas

«La Grilla en Rosa»   -versión libre de militarización-

Comentaba en la anterior columneja que hablaríamos de las megatransas del Ejército descubiertas por los Guacamaya Leaks, las filtraciones del robo de información a los soldaditos que a esta hora no se sabe cómo piensan revertir que les vuelva a pasar o evitar la difusión de toda su ropa sucia.

Este asunto hubiera bastado, en un país más serio y mejor manejado que nuestra rebanada de subdesarrollo, para que mi General el Chencho hubiera salido de la SEDENA como bacín por la ventana; pero no. Acá, el comandantito supremo de los guachos, ese que abraza narcos y ataca al resto del mundo, minimizó el asunto, sacó una de sus bromitas babosas con Chico Ché como música de fondo y no ha desmentido ni una sola de las incómodas verdades que han visto laluz.

Así, el primer hocicón de la Nación nada ha dicho de que su esposita, la adorable, culta y muy sensible Reina Zopi 666, tiene a mujeres del Ejército como sus sirvientas en el departamento que alegremente el Rey Macuspano I dispuso en Palacio Nacional; que la nena se aloja en las suites más caras del vendido y lambiscón Grupo Vidanta; que cuando va al mar, su vida es más sabrosa porque Marina y Ejército montan dispositivos de seguridad dignos de José López Portillo para que nadie moleste a la investigadora que cobra sin hacer nada en el CONACYT.

Tampoco el mesías ni mi General el Chencho desmintieron la información aparecida en «El Sol de México», que nos dice que Chenchín, tan dadivoso él, regaló abrigos de casimir del Himalaya a sus generalitos de espada virgen así nomás, por el placer de ser. Eso sí, sólo a la generaliza, pues la tropa que se muera de hambre mientras andan de mil usos del Iluminado y de punching bag del narco. Cada abriguito costó algo así como diez mil pesos cada uno, y en casi quinientos de ellos se echaron medio millón de varos.

Con la súbita bonanza de los corruptos generales, pues luego luego se acostumbran a lo bueno, y hallando a un cómplice tan manga ancha como el comandantito, de ahí se agarren para que le echen un quinto al piano y que siga el vacilón.

Más informaciones, tampoco desmentidas: en su programa, Carlos Loret reveló que el Ejército espía todo y a todos, incluyendo los movimientos de los cárteles y sus capos. Son tan descarados que aquí, en Michoacán, una de las tiendas donde los narcos compran armas está frente al cuartel de la 43a Zona Militar, en Apatzingán.

Tanto saben los soldados que incluso tienen información de ejecuciones ordenadas y por realizar, pero… no mueven ni un dedo para evitarlas. También en Michoacán, se documentó como el Ejército supo de la orden de matar a un Jorge, que luego apareció muerto, pues nada hicieron para protegerlo a pesar de saber dónde estaba y qué hacía.

Sabiendo todo eso, los soldados no actúan porque es la orden del mesías.

Ahora, se supo que el Chencho le ordenó ¡a los diputados federales! que fueran a instalaciones de la SEDENA para tratar el asunto del hackeo y robo de información de la institución (ahora holding de empresas inútiles, pero buenas y opacas para cobrar) que dice encabezar. Ahora resulta ser que hasta el Poder Legislativo forma parte de la tropa.

Nunca se había visto semejante y descarado encumbramiento de las fuerzas armadas, vendidas por sus mandos a la voluntad del mandatario más inepto de la historia nacional.

Según el mesías, se iba a apoyar en el Ejército por ser «la institución menos corrupta». Así se lo adelantó a Joe Biden el nacionalista que dice odiar a los gringos. Lo que no dijo es que él se iba a encargar de encumbrarla al número uno de la ratería nacional a fuerza de llenarles el hocico de billetes y encargos que son meramente civiles.

Lo que hacen los populistas para armar sus dictaduras, ¿verdad?

PREMIOS CHAYOTÍFEROS

Sabrán ustedes que en este sexenio surgió una plaga de pseudoperiodistas que se dedican a vivir de dádivas que les arroja el Iluminado. Los que se dedican a «preguntar» textos previamente escritos por el vocero presidencial cobran, y muy bien, por ir a hacer bola y decir «preguntas» a modo.

Una de esas, una tal Meme Yamel, hace unos meses se quejó de que no la dejaban «preguntar» en la misa de siete, y le ardió que le dijeron que cada preguntita era pagada en 20 mil pesos por el Rey del Cash. La chayotífera hizo pública su molestia porque no le había hecho la justicia la Involución (lo de «la Revolución» era antes de la 4T).

¿Pues qué creen? Que ya le llovió en su milpita: la pseudoperiodista fue nombrada community manager de Canal 11, otrora respetado medio público de difusión cultural y ahora faro de propaganda, donde hace la dificilísima chamba de llenar las redes sociales de la basura oficialista que genere ella y el desgobierno, todo ello por 120 mil pesos al mes.

¿Ven por qué es tan ‘popular’ el Rey del Cash?

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