
Me dicen el asesino por a’i
«La Grilla en Rosa» de Fabio (versión no asesinada)
Hugo López-Gatell mató más gente que todos los cárteles juntos.
¡Moles! Por andar distraído en este circo de miles de pistas atomizadas que es México, no había caído en cuenta de esa verdad del tamaño del Everest. Lo dijo así, duro y directo, Adela Micha en uno de sus editoriales. Sólo le faltó agregar textualmente que López-(Ca)Gatell tuvo un complice, del que obedecía a pie juntillas órdenes, ocurrencias y sinsentidos: el narcopresidente.
El informe de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19 en México fue demoledor: encueró que las babosadas de AMLO con su manejo criminal de la pandemia costaron la vida a al menos 800 mil mexicanos (voy más por la cifra de 850 mil), y que de ese total, 300 mil muertes pudieron evitarse de haber tenido funcionarios responsables y preocupados por la población, no por su imagen.
Además de la mayor mortalidad evitable, gracias a los Beto y Enrique de la pandemia México fue el pais con mayor fallecimiento de personal sanitario, pues murieron cerca de 5 mil doctores, personal de enfermería, ayudantes y más mexicanos del sector salud que fallecieron queriendo evitar que otros murieran.
Recuerden a la hora de votar que el mesías se negó con todas sus letras que los médicos de hospitales privados fueran vacunados, alegando su tara social de que trabajaban para empresas privadas, como si eso los hiciera inmortales e inmunes al virus.
Recuerden que el vejete prefirió que se vacunaran a los integrantes de sus inservibles de la nación que al personal médico.
Pejito y Gatellito negaron que el cubrebocas servía para evitar la propagación de la pandemia; el vejete instó a la población a salir a las calles, a atestar lugares públicos y abrazarse porque » no pasa nada»; el imbécil que cobra como secretario de salud sin hacer nada, un tal Jorge Alcocer, recomendó calditos de pollo para curarse el covid; el mesías salió con sus estampitas de santitos -en los que no cree porque el hocicón es evangélico- como escudo contra el virus; juntos, mesías y (Ca)Gatell negaron los permisos para hacer pruebas, para que gente interesada en traer vacunas con su propio dinero pudieran hacerlo y comercializarlas; se negaron a atender pacientes hasta que prácticamente estuvieran in extremis, por lo que tampoco los atendían ya; recuerden cómo hubo muchos casos de pacientes que murieron a las puertas de los hospitales porque se les negaba la entrada por temor a los contagios, pues nadie estaba vacunado.
Recuerden que el mesías se negó a auxiliar a las empresas para que sobrevivieran a la crisis, razón por la que cientos de miles perdieron empleo e ingresos -me cuento entre ellos-, que en su inmensa mayoría no se recuperaron.
Recuerden como mintieron a la hora de decir que ya se habían adquirido las vacunas para la población. Cómo, con cinismo, el ex secretario de hacienda, un tal Arturo Herrera, dijo que ya se habían comprado doscientos millones de dosis (tarde y con quien se pudiera, porque no lo hicieron desde el inicio), falsedad que se vio cuando Marxelo Ebrard a nombre del mesías andaba limosneando vacunas por el mundo.
Recuerden cómo burocratizaron la aplicación de la vacuna, en muchos casos condicionada a apoyar el desgobierno del miserable tabasqueño, a quien le «atribuyeron» la gran bondad de vacunar a los mexicanos, cuando es una de las obligaciones mínimas de su puesto.
Recuerden las caras de todos sus parientes, amigos y conocidos muertos gracias a AMLO y López-Gatell; recuerden que ellos estarían aquí si en el gobierno no hubieran estado el par de asesinos y su pléyade de corruptos. Recuerden el dolor que causa la ausencia de tantos.
Si les importa un cacahuate su país a cambio de una despensa o dinero en efectivo, ustedes debieron ser los muertos.
Si les importaban los muertos por el covid, voten contra la narcocandidata del narcopresidente, en venganza contra los que los mataron.
Recuerden eso a la hora de votar.
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