Columnas

Las áreas de oportunidad de la fanatización

«La Grilla en Rosa» de Fabio. (versión que cuando se equivoca lo canta como acierto)

Los mal llamados libros de (pre)texto gratuitos han salido más caros que tener un hijo tarado en un colegio privado (antes de que se aceleren, así va el dichito, no hay referencias al Chocoflán López Gutiérrez), y de parte de la secta no hay modo ni manera de que reconozcan que regaron el tepache de gacha manera y antes, al contrario, se señalan como víctimas de una conjura de todos los aspiracionistas del mundo que no quieren que adoctrinen a sus hijos con clases de pejismo y comunismo trasnochado.

Qué delicada la raza, ¿verdad? Nada como dejar en manos de los ignorantes del gobierno federal la formación básica de tus hijos en primarias y secundarias. No hay mayor satisfacción para un padre que escuchar a su moconete de cuarto de primaria gritar como niño de la Lotería Nacional: «¡Es un honor estar con Obrador!», y que critique gacho al papá porque después de dejarse el cuero en el trabajo por fin cambió el Platina 2003 por un coche al que no le rechinan los tornillos, tachando al progenitor de conservador jijo de toda su aspiracionista.

¿O qué cosa ven de malo los padres de familia en que las primeras palabras de un nene sean «Agüelita ‘e fifí», y que luego se lance a hacer una sociedad al gusto del mesías con sus muñequitos Lego?

Por eso extraña la insistencia de parte de todos los zombies de la secta que, como ya se sabe, tienen no-pensamiento de colmena y repiten lo que dijo el Iluminado: que los libros están mejor hechos que los redactados por idiotas como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez o Yordi Rosado; que los libros son la onda más chiquitiguau que ha habido en este pedazo del Tercer Mundo, y que sí tienen español y matemáticas, nomás que adaptados a la idea de la 4T, es decir, enseñanzas de español y matemáticas completamente libres de español y matemáticas.

Los tales libros tienen más errores que la Vilchismosa en sólo una de sus apariciones de su talk show tartamudo semanal. Un tarado llamado Marx Arriaga, quien está en esta obra gracias a que lo incluyó en el elenco la no-primera esposa del ni-siquiera-presidente, de quien es cuatachón y protegido, insiste en que los errores no son errores, si no algo que llamó «áreas de oportunidad».

Mercadólogos y emprendedores por igual se quedaron con cara de «¿Pero qué (&/))//%?» al escuchar semejante despropósito tan despropositado. ¿Cometes errores que cuestan millones de pesos del siempre disparador erario federal, y sales con la payasada de que no hay fijón y que de todos modos se los vas a sorrajar a los chiquillos vía los libros hechos con partes del cuerpo ubicadas entre las axilas y el c(h)ulo? ¿En qué momento la lógica fue asesinada en este país?

En una realidad alterna, Arriaguita y la no-educada-no-primera-dama ya estarían en el fresco bote por su comunistoide idea de convertir a la mocosada en miembros activos de las tropas de Pejía, sigan la bandera, no desmaye nadie, vamos a la guerra (paráfrasis de un canto religioso muy piadoso aunque muy lleno de agresividad de republicano que le va a Trump) para que dediquen el resto de su vida a ser hormigas obreras al servicio del maximato del macuspano. Pero no: estamos en el universo en el que a los mexicanos les vale una pura y dos con sal que se acabe el país, mientras no se metan con sus creencias religiosas, con su sagrado derecho a irle a las ahora muy maletas Chivas o a los Guajolotes del América, y sus gustos por la música minibusera y/o agropecuaria.

No sé ustedes, pero yo desde mi tribunita seguiré dando pelea contra los libros de pretexto gratuitos y contra las tonterías del régimen. Allá ustedes si les vale su país.

MICHOACÁN; AVANZA LA IGNORANCIA

En este estado de Dios y María Santísima parece que se quiere que la población se convierta en algo así como la «Guerra Mundial Z» sin Brad Pitt, llena de zombies que griten que son los no-muertos del Bienestar y que arriba AMLO, a juzgar por la manera en que les valen puro 10 de Mayo los mandamientos judiciales contra los panfletos ya mencionados arriba y que insisten se distribuirán entre todos los niños del estado tarasco en pocos días.

La secre de ¿Educación? presume formación académica de altos vuelos, doctorados incluidos, y sale con que la onda de bien hechos son los panfletos de Marx Arriaga. ¿Le cái? Se nota que no tiene ningún niño en edad de educación básica, pues de otro modo ya lo hubiera mandado a Londres junto al Chocoflan, alejado de los vicios, de la falsa sociedad y de los libelos de texto gratuitos.

El güero Bedolla insiste con ganas dignas de mejor causa que los libros son lo más uyuyuy que hay en educación y que el experimento llamado «Nueva Escuela Mexicana», jamás aplicado en ningún lado, va a resultar en puros genios de la porra y la matraca en pro del régimen.

Les tengo noticias, amigos michoacanos: tal vez la CNTE ya los dejó en paz, pero ahora cuídense de la secre de educación y de los que apoyan la idea de distribuir los no textos no gratuitos en la tierra de las corundas.

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