La amnesia del PAN
Política en Movimiento/Angélica Beltrán
Ciudad de México a 27 de julio de 2016 (Noticias México).- Muy ciertos deben estar los perredistas de si se alían al PAN para enfrentar electoralmente al PRI en los comicios presidenciales del 2018, pueden ser desconocidos de la noche a la mañana.
Como quedó de manifiesto en las recientes elecciones del 5 de junio, cuando el presidente nacional, Ricardo Anaya, olvidó que en Veracruz, Durango y Quintana Roo, el triunfo electoral fue compartido y no sólo del albiazul como lo declaró al día siguiente.
Por la omisión, el dirigente nacional del PRD, Agustín Basave y el presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, llamaron por teléfono al queretano y le recordaron que en esos estados, donde nunca se había registrado alternancia, ganó la alianza PAN-PRD.
En el caso de Quintana Roo, incluso Basave precisó que en su casa, en una cena con el ex priista, se acordó que el PRD impulsaría la candidatura de Carlos Joaquín. Luego se unió el PAN, acotó.
En fin, que la amnesia del albiazul no es justificable frente a victorias electorales como las de Veracruz, Quintana Roo y Durango, donde no se explicaría un triunfo frente a un bastión priista, sin alianza PAN-PRD.
Por ello, de aquí en adelante debe quedarle claro al PAN, que difícilmente puede ganar por sí mismo una elección como la del Estado de México o la presidencia en 2018, ya que el electorado ha perdido confianza en la alternancia del albiazul, luego de sexenios fallidos y cuestionados como el de Vicente Fox, Felipe Calderón y Guillermo Padrés.
Duarte, Borge y Padrés impunes gracias al cobijo político
La ley de disciplina financiera aprobada en la pasada legislatura para frenar el endeudamiento en los Estados es letra muerta en Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo, donde no obstante la vigencia de esa ley federal, los gobernadores César Duarte, Javier Duarte y Roberto Borge, respectivamente, se apresuraron a solicitar préstamos millonarios a unos días de concluir sus mandatos. Lo que evidencia la confianza de estos y su seguridad de que se mantendrán impunes gracias al cobijo político.
Hasta el momento nadie ha podido frenar los excesos de los gobernadores, por diversas razones que se resumen en el cobijo político que se profesan entre sí dentro de la cúpula del poder, donde para fines prácticos todos los partidos son uno solo.
Los ejemplos son muchos, como el caso de los ex mandatarios de Tamaulipas Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, que siguen prófugos de la justicia, acusados por la Corte federal en Brownsville, Texas, por tráfico de influencias y lavado de dinero.
Y qué decir del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, que goza de impunidad e inmunidad hasta la fecha, a un año de haber concluido su mandato, aunque pesan sobre él denuncias por corrupción, desfalco y desvío de recursos públicos.
Por lo anterior, los ciudadanos seguimos a la espera de gobernadores que apliquen la ley a sus antecesores; de lo contrario, todas las reformas realizadas en el Congreso de la Unión para frenar a los virreyes, como se les conoce, serán letra muerta si no las hacen valer los gobiernos estatales en turno.
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