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Hipólito y el bocón de Palacio

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión furiosa por el desastre de país que tiene el mesías)

La furia por el cobarde asesinato de Hipólito Mora este jueves quedó, completita, del lado de los pobladores de La Ruana y de los mexicanos del resto del país. De parte del gobierno, sea local y federal, casi sueltan la carcajada por la emboscada que le quitó la vida.

Como siempre, el hocicón de Palacio soltó sus frasecitas brutas al respecto. De entrada, le echó la culpa del asesinato a… un imaginario narcoestado que dice que le dejaron, y cuyos asesinos viajaron desde los sexenios anteriores nomás a matar a don Hipólito con tal de dañar al pobrecito Flor más Bella de la Encuesta y su megagobiernazo de ensueño. Strike one.

Nota: narcoestado, el actual, con él protegiendo a narcos y corruptos, siempre.

Luego, el Iluminado salió con que no fue posible evitar que el narco matara a Mora. ¿Neta?, porque el hermano de la víctima, Guadalupe Mora, testigo presencial de los hechos, dijo que soldados de la SEDENA y la Guardia Civil se largaron alegremente del lugar donde normalmente están en La Ruana y dejaron indemne a Hipólito Mora. ¿No fue posible evitarlo, o ayudaron a que sucediera? Strike two.

Aderezó sus estupideces diciendo que «por respeto al difunto» no quería hablar de «los antecedentes» de Mora, a quien equiparó con el capo «La Tuta», y de nuevo volvió contra Calderón y García Luna. Cagadísimo: cuestiona que en el sexenio de su némesis «se masacró a seres humanos», como si el desgobierno y su complicidad y protección al narco no hubiera superado ya todos los muertos de los sexenios anteriores a poco más de un año de terminar su periodo, todo por sus «abrazos, no balazos», que es impunidad pura para el crimen organizado. Idiotez sobre idiotez sobre idiotez. Strike three.

Habría que informarle al dios de las mascotas que Mora surgió como respuesta a la inutilidad de su asesor -o lo que sea que sea- Lázaro Conguito Cárdenas Batel, quien como desgobernador alegremente dejó crecer a narcos como la Familia Michoacana y otros carteles e, incapaz como siempre ha sido, fue a chillar por auxilio federal con el odiado Felipe Calderón, quien empezó la llamada Guerra contra el Narco en Michoacán.

Personalmente pienso que Calderón también lo hizo como una manera de «legitimarse» (no debía, pues ganó la elección de 2006, aunque le arda al cobarde de Palacio) ante los ojos de la nena chillona que estaba grite y grite que hubo fraude electoral, todo ello sin plan de ruta claro, como no fuera solamente el objetivo, que era combatir a los delincuentes.

Con lo anterior, se concluye que Hipólito Mora tenía más valor y congruencia en un pedazo de mugre de una uña que en todo el cuerpo de ese que se siente muy bravo desde su microfonito, pero que a la hora de enfrentar en serio a alguien como consecuencia de las bobadas que dijo, se arruga y se esconde.

Por su parte, al gobernador de este pedazo de tierra tarasca y charandera, Alfredo Ramírez Bedolla, tuvo reacciones que dejaron claro que no sentía ningún tipo de simpatía por Hipólito Mora. Primero, emitió un tweet anodino sobre presencia de policía y soldados en La Ruana una vez consumado el atentado, y tan sólo unas seis horas después tuvo tiempo de emitir una especie de pésame por la muerte de Mora por la misma red social.

Después, desde la carpa «Palacio Nacional», entre sonrisas dijo que habían pedido a Mora que viviera en Morelia para alejarlo del peligro, pero que éste no les hizo caso. Por poquito le echa la culpa de que lo mataran. ¿Se debería eso a la mala opinión que de Bedolla tenía Hipólito Mora, quien siempre lo ligó con delincuentes? Hay que recordar que Freddy Boy minimizó y hasta puso en duda el anterior atentado al ex autodefensa.

Los criminales consiguieron su objetivo. Pero hicieron enojar a más gente, empezando por Lupe Mora, hermano de Hipólito, quien recio y quedito dice que, de AMLO para abajo, gobierno federal, gobierno municipal, Ejército, Guardia Civil y llegando hasta el jefe de tenencia de La Ruana, todos están comprados por el narco.

Remata diciendo que, si tuviera al mesías frente de él, le mentaría la madre. Ya somos dos.

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