García Luna y el mesías con cola
«La Grilla en Rosa» de Fabio (versión de cuando la García Luna se pone re’ grandota como una pelotota)
Desde la títere hasta el más atolizado miembro de la secta se alegran de los 38 años de cárcel que le dieron a Genaro García Luna por narcotráfico. Viva, viva, porras, porras, el malo favorito del régimen fue sentenciado, lero lero.
Se siguen de filo: ahora a Calderón, chaparro jijo de todo su fraude del 2006, que lo entamben, lo queremos comer en chilpachole, cárcel al panista.
El juez que dio la sentencia se puso rollero, o leyó una frase que le mandaron desde Palacio Nacional antes de fingir cambio de administración, y reclamó a García Luna por ser funcionario por un lado y dizque narco por el otro. Un juez malo malote y muy recio, el tal juez Cogan. Ojalá así lo sea en el hipotético caso de que los gringos detengan a sus propios capos en suelo estadounidense y le caiga la versión gabacha de García Luna.
Pues bien: si yo fuera de la secta -primero perro-, no me alegraría tanto del castigo a García Luna, encerrado en base a testimonios sin pruebas de delincuentes muy cooperativos a cambio de condenas reducidas. Porque esos mismos testimonios, más pruebas contantes y sonantes de la colusión del narco con el mesías, son las que hay por montones en la DEA para ir, ahora sí, por el mejor presidente que los narcos han tenido.
Con el narcopresidente no hay nada más meros chismes: a los gringos no les pasó por alto esa preferencia por ir a Badiraguato, el saludo a la chapomamá, la liberación de Ovidio (un delito grave federal por el que debió ser encarcelado), su férrea defensa de los narcotraficantes, a quienes calificó como «parte del pueblo» y a quienes no combatió porque eso era «genocidio» (resultando que los sicarios son una tribu de pobrecitos matones que está en riesgo de extinción con todo y su narcocultura, tan vasta ella).
Contra el Peje están todos los rastros que dejó atrás un conocido delincuente traficante de drogas y gasolina, Sergio Carmona, quien dio millones -al menos 500- al partido morenarco y le prestaba aviones para sus traslados a la rana violada Mario Delgado, ex dirigente de la secta y ahora infame secretario de educación.
Carmona fue asesinado cuando ya la DEA lo presionaba para que cantara con acompañamiento de mariachi sobre las morenarcoaventuras de los oficialistas, en una peluquería del pomadoso municipio San Pedro Garza García.
¿Muerto el dog se acabó la rabies? Ni de broma. El catálogo de delitos de su pejestad es muy extenso, y se lo van a cobrar. Tal vez no pronto, como todos quisiéramos, pero de que va a caer al bote, será un hecho. Hacerse güey con el fentanilo que producen sus amiguis los Chapitos fue el colmo para los gringos, que le exigieron terminarlo y se lo dijeron en todos los tonos y nunca les hizo caso.
Volviendo a García Luna, resulta ser de que cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde. En este caso, es la perra cobarde Marko Cortés, encomendero de lo que queda del PAN nacional, quien se puso a reclamarle a Felipe Calderín por García Luna y le demandó explicaciones de por qué no se dio color de cómo estaba la finanza con el cachetón ex súperpolicía.
Si de explicaciones se trata, bien valdría que Cortés nos explicara cómo candidateó a los Yunes, padre e hijo, para el Senado, pues esa maniobra suya derivó en darle la mayoría que tanto le urgía a la secta para aprobar por aplanadora legislativa lo que se le ocurriese al Iluminado, mayoría que le ha costado al país cantidades que ya se miden en puntos del PIB.
Hasta la Vitola Sheinbaum anda muy floja de la boca, criticando a Calderón -les dije que la títere lo trajo de nuevo al menú porque le faltaban distractores cuando ya se empezó a revelar el caos que le dejó su dios- por haber comenzado la guerra al narco.
Lo que nunca ningún miembro de la secta dice es que si tal ofensiva empezó fue porque el cobarde e inepto ex gobernador michoacano y miembro de la secta, Lázaro Cárdenas Batel, alias «Conguito», le rogó urgentemente que interviniera en el estado natal de ambos porque le crecieron los cárteles cómico-mágico-pentecostales y el nene jijo de su Cuauhtémoc no pudo enfrentarlos por su ineptitud. Una de las primeras consecuencias de enfrentar al narcoterrorismo -tan defendido por el mesías- fue el cobarde atentado del granadazo en Morelia, el 15 de septiembre de 2008, cuando un maldito sicario arrojó explosivos en medio de la multitud que celebraba las fiestas patrias, matando a diez personas e hiriendo a cientos. Ahora, a Calderón le cargan el pato, y «Conguito» se hace pato en el gabinete de la Primera Vitola.
Mientras, todo mundo condena y se alegra de que ya le dieron tambo a García Luna, no tanto como quería su Pejestad, quien pedía cadena perpetua, pero sí casi cuatro respetables décadas.
La cadena perpetua puede que se la estén guardando al que impulsó el encarcelamiento del ex cuico, proceso con el que pretendía que éste acusara de narcos a todo mundo (políticos, empresarios, periodistas, a todos), para tirar todas las instituciones públicas y privadas del país para empezar desde los escombros la payasada esa que llaman «transformación».
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