Columnas

El dictadorcito

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión que detesta a cierto macuspano)

Este espacio iba a aparecer mañana, pero se adelantó por las graciosas declaraciones del mesías, quien encueró de plano sus delirios de infalibilidad y de superioridad con los que se justifica para pasarse la ley por los juanitos.

Cuestionado por la periodista de Univisión, Jésica Zermeño, por la revelación que hizo el valientísimo de micrófono este jueves del teléfono privado de la corresponsal de The New York Times en México y por qué violó la ley de datos personales al hacerlo, el mesías salió con esto (dos puntos y aparte; se abre espacio naco con música de Chico Ché como fondo para la declaración del dictadorcito):

«Por encima de esa ley está mi autoridad moral, la autoridad política. Ustedes (los periodistas) se sienten bordados a mano, como una casta divina, privilegiada, pueden calumniar impunemente, como lo han hecho con nosotros, como lo dimos a conocer ayer y no los puede uno tocar ni con el pétalo de una rosa”.
Agregó que han dañado la imagen de él y sus nenes con las versiones de que son narcobaquetones y narcopresidente -esto último lo pongo yo, porque suena más chido y apegado a la verdad-.
¿»Autoridad moral»? ¿Ahora así se le dice a la violación de todas las leyes en pos de una gestión completamente autocrática?
El hashtag que tanto le molesta, #NarcoPresidente, no sólo ya se le quedó, si no que ahora hay que agregarle el de #NarcoDictador, quien se siente que la razón, la verdad, la ley, el país, la constitución, los poderes de la unión y la sabiduría universal están aglutinadas en su garnachera figura.
No pasemos por alto que todo esto se da a partir de las publicaciones de los narcofinanciamientos de su campaña presidencial de 2006 hechas casi al mismo tiempo por Deutsche Welle, ProPublica e InSight Crime, y que The New York Times estaba buscando su opinión respecto a investigaciones (cerradas por conveniencia política por parte del gobierno de Estados Unidos, pero en ningún momento tachadas como infundadas o falsas por ese mismo gobierno) de que también hubo lana de los cárteles en su campañita de 2018 y que la narcoferia siguió llegando ya con el panzón chilletas en funciones, pues hablan de entregas de dinero sucio incluso en 2020.
Tampoco olvidemos que el mesías es muy cobarde para todo, pero muy bocón cuando está junto a un micrófono para reproducir sus tonterías. Por eso, y porque su asesor vocero, la Goebbelscita Chuchis Ramírez Cuevas, muy seguramente se lo dijo, es que en vez de contestar como adulto el cuestionario de la corresponsal estadounidense es que lo expuso en su morning show. Sólo que en vez de quitarse la etiqueta de narco, ahora se colgó la de dictador autoritario.
Acostumbrado a la impunidad, seguramente se creyó que casi cuatro décadas de desviar dinero y de moches ilegales para mantenerse sin trabajar jamás nunca iban a tener consecuencias. Ya se ve que sí, aunque si esperamos que Estados Unidos como gobierno le haga algo debemos esperar sentaditos para no cansarnos.
Es desde aquí adentro de México, con ciberactivismo y sobre todo saliendo a votar que debemos sacar del poder de una vez por todas a la secta del que se cree por encima de todo.
De lo único que debe estar encima es de un banquillo, como acusado. Material hay de sobra para eso.
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