
La reciente decisión del Gobierno Federal de realizar transferencias inmediatas de agua a Estados Unidos para cubrir un déficit en el cumplimiento del Tratado de Aguas de 1944 es una muestra más de la incongruencia y sumisión diplomática que caracteriza a esta administración. Como Secretario de Planeación del PAN en Michoacán, expreso mi más profunda preocupación ante una acción que puede representar graves consecuencias para la soberanía hídrica y el bienestar de millones de mexicanas y mexicanos.
Según datos oficiales, el déficit acumulado por México en el actual ciclo quinquenal asciende a más de 1,500 millones de metros cúbicos de agua. Para solventarlo, el gobierno ha pactado el envío urgente de agua del Río Bravo hacia Texas, a pesar de que nuestras presas están a menos del 25% de su capacidad y miles de productores enfrentan restricciones severas para el riego.
¿Con qué lógica se entrega el agua a otro país cuando aquí escasea? ¿Qué mensaje se le envía al campo mexicano, al norte sediento, a nuestros agricultores y ganaderos que ven cómo la sequía consume su esfuerzo?
Michoacán lo sabe bien: el agua es poder, es producción, es futuro. Y hoy ese futuro se está evaporando, no por el sol, sino por decisiones mal planeadas y peor ejecutadas.
Mientras se cierran las llaves al campo, se abren las compuertas al extranjero. Mientras aquí se cancelan presupuestos a la protección ambiental (con una reducción del 49.4% en el gasto federal en este rubro en 2025), se acelera la entrega de agua a un país que, por cierto, cuenta con mayor capacidad para captar y distribuir este recurso.
El PAN no se opone al cumplimiento de tratados internacionales, pero sí exigimos que antes se cumpla con la gente, con las comunidades que viven día a día las consecuencias de la mala planeación, de la desinversión en infraestructura hídrica, y del abandono del campo.
Desde Michoacán, hacemos un enérgico llamado a:
Transparentar los términos del acuerdo con Estados Unidos, incluyendo las implicaciones para el ciclo agrícola nacional.
Compensar a los productores mexicanos que verán afectado su acceso al agua.
Invertir con urgencia en infraestructura hídrica, conservación y aprovechamiento sustentable del agua.
Poner por delante la soberanía y el bienestar de los mexicanos antes que la imagen internacional de un gobierno que no escucha ni planea.
En México, el agua no sobra. Lo que sobra es la improvisación.