Columnas

Dos mujeres, un cinismo

«La Grilla en Rosa» de Fabio   (versión que no ve telenovelas)

La semana que culmina la ha visto la Ministra Presidenta de la Suprema Tremenda Corte de Justicia desde abajo de la nube de bilis, odio, mentiras y difamaciones que cierto enano ardido le dedica desde el edificio a un lado del suyo en el Zócalo, en las únicas horas en que el nene se digna a hacer algo.

Apunte para los que de plano no saben qué transa con el horario laboral del mesías: Casi todos los días, si uno se asoma por la agenda oficial de su Altísima Perezedad, verá que su ÚNICA actividad oficial del día es el cada vez más vergonzoso show carpero de las siete. Nada más. Y por eso cobra como «presidente» y ya hasta piensa en pedir la pensión que él mismo canceló a los presidentes del país.

Continuemos: la Ministra Norma Piña ha sido víctima de una cobarde andanada de acusaciones, todas falsas, de ese al que no sólo le arrebató el control total de la  Suprema Tremenda Corte, si no que, además, le dejó bien clarito que ella no es el faldero Arturo Zaldívar y que no iba a hacer la voluntad de su Perezedad.

Ello bastó para que el cobarde destile su veneno contra ella e inste a otros a entrar en acción en su nombre. Como no falta qué maldito comprado le haga caso, un bot de Twitter, desde la valentía que da ocultarse en perfiles y nombres falsos, empezó a difundir una imagen en la que ponía a la Ministra Peña como el problema y una bala como la solución.

No hay que ser ningún genio para saber que esa es una clarísima amenaza de muerte. Y no nos hagamos los inocentes: el mesías espera alborotar lo suficiente a alguno de sus alienados para que atente en contra de la Ministra a ver si en una de esas logra asesinarla y poner a la Suprema Tremenda Corte a la orden de la mesiánica voluntad. Es una especie de «El Rey del Cash», pero ahora en su versión de «El Rey del Plomo».

¿Fuerte? Sí, pero dice el dicho: «piensa mal y acertarás». Ya en otras ocasiones, periodistas, activistas y otros políticos han tenido que soportar la violencia de las mascotas luego de que se los azuzaran desde Palacio.

Y mientras que el macuspano a la Ministra Piña le quiere aplicar el rito al dios azteca Xipe Totec, su vergüenza favorita, alias Yasmín Esquivel, estorbo que cobra como licenciada y como ministra sin tener los requisitos completos, se la lleva chida callando a la UNAM e impidiendo que la castiguen por copiona y tramposa, y gozando de la corrupción y la impunidad que generosamente le da el Iluminado.

Las copias de tesis de licenciatura y de doctorado que la ñora hizo pasar como propias son sólo pecadillos de juventud. Siendo así, la ñora se siente eternamente bella bella y forever young y por eso se la pasa copiando hasta las cadenas de ADN de otras personas desde la licenciatura hasta ahora.

Justo este viernes, el Defensor de todos los Transas® salió con que lo de la Yas era sólo «politiquería», una de sus palabras huecas preferidas cuando no tiene cómo explicar o defender algo, y que todo ej un compló® de la Mafia del Podé® en contra de la transformación (en guano) de la Nación (nada como las viejitas pero bonitas para explicar algo en la i-logica oficial, ¿verdad?).

Lo he dicho, y él lo ha demostrado, que el mesías sólo sabe defender delincuentes, y mientras más podridos, mejor. Es un cinismo a prueba de bombas atómicas.

OTRO CÍNICO

En otro país, y luego de obedecer las órdenes del mesías, y por aplicar sus propias y tropicales ideas de cómo no manejar una pandemia, el Doctor Muerte, alias Hugo López-Gatell, estaría preso y condenado a los máximos años permitidos en una condena, por la muerte por negligencia de casi 800 mil mexicanos por covid.

Pero no: en Pejelandia, Reino de Fantasía, Corrupción e Impunidad, este infame fue premiado al ser puesto al frente de la COFEPRIS, donde sigue estorbando en la adquisición y distribución de todos los medicamentos.

Peor aún, en una entrevista con Milenio, este hijo de puta -perdonen la licencia poética- se dice orgulloso y alega no arrepentirse de nada por su mortal ‘desempeño’ en la pandemia.

Que sonría. El sexenio está cerca de acabarse.

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