Internacional

colaborador de The New Yorker rechazó participar en redacción de autobiografía de «El Chapo»

El colaborador del prestigioso semanario The New Yorker, Patrick Radden Keefe, rechazó en mayo de 2014 una oferta para participar en la redacción de una autobiografía de Joaquín El Chapo Guzmán.

El rechazo, según su recuento, fue tanto por el temor a enfrentar consecuencias legales como por la preocupación por su propia seguridad.

El escritor consideró que el deseo del jefe narcotraficante de contar su historia fue lo que lo llevó a aceptar el encuentro con el actor Sean Penn y la actriz Kate del Castillo, lo que provocó su caída.

 

Añadió que al rendirse, no respondió a su leyenda y se preguntó por qué los infantes de Marina “no lo mataron, justamente como los SEALs (fuerzas especiales) estadunidenses hicieron con Osama Bin Laden y evitaron el problema de qué hacer con él”.

De acuerdo con Radden Keefe, investigador en la Century Foundation, en mayo de 2014 recibió un correo electrónico enviado por un abogado de Guzman Loera para hacerle “una provocadora proposición: El Chapo estaba listo para escribir sus memorias. ¿Estaría interesado en una colaboración?”.

Para entonces, recordó Radden Keefe, él había escrito ya dos textos sobre Guzmán Loera; uno en la misma revista sobre la carrera criminal de El Chapo y otro, en la revista de The New York Times, sobre su “modelo de negocios”.

El autor señaló que, de entrada, le pareció “una oportunidad para escuchar la historia de Guzmán Loera en sus propias palabras”, pero se decidió por rechazar el ofrecimiento.

 

Otra parte de su negativa se basó en que “todo el escenario se sentía como el primer acto de una obra de suspenso en la que el infortunado escritor de revista, cegado por su deseo de primicia, no necesariamente sobrevive al tercero”.

Fue entonces, relató, que con la mayor discreción, “comenté al abogado que ‘incluso bajo las mejores circunstancias, la relación entre el escritor fantasma y el sujeto puede de vez en cuando rasparse’”.

En su opinión, había pocas posibilidades de que Guzmán Loera o sus adjuntos “hubieran querido que escribiera con cualquier grado de precisión sobre el hombre mismo, cuando el mito era tan potente y tan ampliamente aceptado”.

 

Con información de Excelsior

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