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Lo que la bolsa se llevó

POR LA ESPIRAL

Claudia Luna Palencia

Es el gran casino de casinos y no me refiero a Las Vegas,  hablo del mercado bursátil esa extraña maquinaria que se lúbrica con lo más subjetivo para repartir tangibles.

La mayoría de las grandes empresas se han convertido en colosos no por su volumen de ventas, ni por sus ingresos, ni por extenderse como pulpos desparramando sus tentáculos por varias latitudes económicas,  lo que verdaderamente las ha catapultado a lo mega es su cotización bursátil.

Al pulverizarse en cientos de miles de acciones que pasan a manos de millones de inversores convertidas en retruécano del capitalismo financiero se ha permitido engrosar vía la bolsa el valor de capitalización de un buen número de empresas que gracias a ello han crecido exponencialmente hasta ser colosos de nuestros días.

Amigo lector, ¿alguna vez ha jugado en un casino? ¿Cuánto dinero ha debido gastar para ganar, si es que salió ganador? ¿Lo fue a la primera? ¿A la segunda? ¿Lo perdió todo?.

Sí entrar en el mercado bursátil tiene algo del albur, la suerte, el instinto y también el know how que proporciona la experiencia de cuando ya has perdido, aprendido de ello, corregido los errores; y esencialmente has aprendido con base a la experiencia de cuándo entrar y cuándo retirarte.

No, no es  un mercado sencillo, los novatos caen y pierden muchas veces hasta aprender el intríngulis; la persona  que crea que en enero comprará mil acciones a 16.50 para venderlas en diciembre a 54, entonces se equívoca de inversión, de tiempos y de mercado.

Para que tengamos una idea de la dimensión: en 2010, Emilio Botín, entonces presidente del BSHC, decidió comprar 1.98 millones de acciones del grupo que él presidía a un precio de 7.56 euros por acción; él decidió invertir  15 millones de euros en recomprar acciones del grupo acaso como una forma, del presidente del grupo, de demostrar confianza en la cotización.

Empero, esto es, un volado. A la fecha, casi al punto de concluir agosto de 2015, la acción de Santander vale 5.5 euros, es decir, no únicamente no se ha recuperado su valor de hace  cinco años sino que sigue a la baja.

Y es que esto es paciencia, mucha paciencia, máxime si se ingresa en el mercado bursátil en su ciclo bajista porque la curva de remontada puede demorar mucho tiempo en crecer.

A COLACIÓN

Hace un par de meses, previos a las vacaciones estivales, asistí a una serie de conferencias de formación en Madrid para inversores minoritarios en los mercados bursátiles.

Eran sobre todo gente con un pequeño capital que metido en las  instituciones de crédito con tasas en instrumentos de inversión de capital fijo encontraban nulos incentivos con tipos que oscilaban entre el 0.35% y 0.75 por ciento.

En aquellas reuniones se pretendía instruir someramente hablando al inversor para que tomara decisiones adecuadas de inversión y elaborará una cesta lo más diversificada posible  tanto en renta variable, fija y commodities.

Alguien por algún rincón alzó la mano para preguntarle al experto si era seguro entonces entrar en renta variable «porque los bancos no estaban dando nada por los ahorros». El supuesto gurú, le dijo que sí.

De aquélla reunión salí aturdida y me quedó más claro que participar en la renta variable era un volado, sí un volado al aire máxime cuando el oro caía, el petróleo descendía; los valores más seguros en el terreno bursátil perdían sobre todo banca y tecnología.

Tan no es fácil apostar por el mercado bursátil que, hasta los grandes tiburones del capitalismo, como Slim y Ortega,  entre otros, perdieron en el llamado nuevo lunes negro del pasado 24 de octubre, hasta los más poderosos sufrieron la evaporación de  millones de dólares.

Dejemos atrás el 19 de octubre de 1987 y ubiquémonos en agosto de 2015.  De acuerdo con el Índice Bloomberg, «las 200 personas más ricas del mundo perdieron en conjunto 94 mil 200 millones de dólares», en la caída bursátil de la mayor parte de los parqués accionarios, del lunes pasado.

Así, Billy Gates perdió más de tres mil 200 millones de dólares en un  día;  Amancio Ortega, dueño de Grupo Inditex (Zara), vio esfumarse un mil 500 millones de dólares.

Warren Buffet perdió más de dos mil millones de dólares y el magnate Carlos Slim renunció a un mil 600 millones de dólares. Digamos que ellos vieron disminuir «un poco» su fortuna ante la baja bursátil.

Hay otros que en menos de doce horas diluyeron el 10% de su cuantía como el chino Wang Jianlin que vio desvanecerse en un pispás, tres mil 600 millones de dólares. Quién diga que es fácil invertir en bolsa es un engañabobos y bobas.

Claudia Luna Palencia es periodista mexicana, con más de 25 años de trayectoria, experta en temas económicos, financieros y de negocios. Desde hace una década radica en España.

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