
La aspiradora titubeante
Por la Espiral
*Claudia Luna Palencia
Primero que sí, luego que no. No sé si es una cuestión de humor negro pero la posición vacilante de Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, al respecto de qué hacer con las tasas de interés de la Unión Americana ha provocado una convulsa inestabilidad tanto en los mercados de divisas, bonos como en la mayor parte de los parqués accionarios.
Desde que asumió el relevo del banco central más poderoso del mundo (1 de febrero de 2014) la economista ha reiterado constantemente su más que clara intención de darle un viraje a la política monetaria expansiva que comenzó a dar muestras de su tendencia desde 2007 y aceleró un año después con la caída en los tipos de referencia de los Bonos del Tesoro.
El margen de maniobra de un gobierno para tratar de apuntalar a una economía en recesión tiene dos pilares básicos: la política monetaria y fiscal, es a través de decisiones de diversas medidas y la implementación de políticas económicas como se puede jugar y conjugar estímulos que relajen las tasas de interés y algunos impuestos para darle oxígeno a la microeconomía.
Yellen cree (al menos por momentos) que los años más sombríos para la macroeconomía americana han quedado atrás lo que implicaría subir las tasas de interés que oscilan entre el 0% y el 0.25 por ciento.
Y lo ha manifestado con intransigente indiscreción sin tomar en cuenta que la Reserva Federal marca la pauta de las expectativas mediatas e inmediatas tanto de inversores, asesores de inversión, mercados de capitales y de otros agentes económicos.
Alan Greenspan, quien fungió como presidente de la FED, desde 1987 a 2006 era un personaje conservador en materia de declaraciones porque sabía que sus palabras podrían ser usadas como faro en la niebla; para bien o para mal.
Sin embargo a Yellen le han bastado 18 meses para poner patas arriba el ámbito internacional, al mercado de divisas (afectando a los países emergentes); varias bolsas (incluyendo las consideradas mucho más estables); a una serie de instrumentos de renta fija y al mercado del oro.
La economista tiene meses, días largos, diciendo que encenderá la aspiradora empero no se atreve a hacerlo porque a la mera hora no aprieta el botón y con ello profundiza la volatilidad en los mercados, inyecta más dosis de incertidumbre a las decisiones y recomendaciones en los movimientos de capitales.
Durante este letargo se ha propiciado que la burbuja del oro pinche dejando de ser el valor refugio y seguro de los años de crisis, en la mayor parte de las economías más significativas del capitalismo global.
En las mesas de capitales los asesores han ido recomendando salirse de bonos e inversiones en divisas de países emergentes para volver a apostar por el dólar en vísperas de que los Treasury Bonds revigoricen para entonces retornar a invertir en ellos.
Entre más tiempo alargue la FED su sentencia de ajuste alcista más afectará a las divisas de países emergentes a la sazón un golpe en la médula de su vulnerabilidad que termina trastocando su crecimiento.
A Colación
Aquí hay más drama que acción. La cercana reunión del instituto central los días 16 y 17 de septiembre, es un pretexto perfecto para anticiparse ante cualquier eventualidad.
Hasta China ha venido reajustando a la baja su moneda dado que considera que podría repetirse la receta de tasas de interés elevadas y dólar débil en Estados Unidos. Así es que ha decidido dar tres saltos.
Aunque está visión es muy alcanzable para el largo plazo la de bonos estadounidenses pagando tasas de interés por encima del 3% con un dólar bajo, la verdad es que momentáneamente lo que hay es un billete verde que se supervitamina porque los inversores están cambiando de posiciones dejando las divisas emergentes.
El dólar sigue poniéndole rayas a la moneda mexicana que a la venta ya se encuentra en 17 pesos por dólar y a la compra en 16.40 pesos por dólar. No está siendo un verano simple ni para los exportadores, ni para los empresarios que requieren importar insumos para terminar sus productos y mercancías.
En tanto, el mercado del oro desinfla recién tocó una cotización de 1 mil 116.73 dólares la onza; y seguirá en esa línea. Mientras el mercado petrolero va a mínimos no vistos en los últimos seis años y medio con el precio del barril WTI en 40.80 dólares.
Por todas estas razones, si Yellen no se dispone a encender la aspiradora debe dejar de enviar señales indecisas a los mercados que hasta ahora barren los estropicios con escobas improvisadas y sin recogedor.