Yurisha Andrade Morales*
Después de cuatro años y de un intenso proceso electoral donde las encuestas pronosticaron elecciones cerradas, casi en empate técnico, Donald Trump regresará a la Casa Blanca como el Presidente número 47 de la Unión Americana, con más poder que nunca, legitimado por un triunfo contundente con el voto popular que le da una ventaja de varios millones de votos sobre Kamala Harris, a diferencia de 2016 cuando obtuvo la mayoría de votos en el Colegio Electoral, 306 contra 232 de Hillary Clinton, pero perdiendo el voto popular que le dio alrededor de tres millones de sufragios más a su competidora del Partido Demócrata.
Esto es así, porque en los Estados Unidos las elecciones presidenciales no se definen por el voto directo de los electores, sino a través del Colegio Electoral que se integra por los electores que se eligen en cada uno de los 50 Estados, más el Distrito de Columbia, donde se encuentra la capital Washington, D.C. El número total de electores es de 538, para ganar se requieren 270; 48 Estados y el Distrito de Columbia, entregan todos sus electores al vencedor en el voto popular y dos, Maine y Nebraska, asignan electores en forma proporcional a la votación que se registre en las elecciones populares. El número de electores de cada Estado se determina proporcionalmente a la población que tiene cada uno de ellos y, en general, corresponde al mismo número de congresistas que tienen, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Así, el número de electores es un reflejo de su población, que se modifica cada diez años según los datos demográficos del censo que se levante.
A diferencia de México, en los Estados Unidos no existe un padrón electoral federal o nacional, hay un registro de votantes en cada Estado. Cifras aproximadas para las elecciones del pasado 5 de noviembre indican que de una población de cerca de 335 millones de habitantes solo 210 se registraron para votar, alrededor de 36 millones cambiaron de domicilio y no actualizaron sus datos, mostrando su nulo interés en participar. El resto puede corresponder a población migrante, en proceso de legalización y a otros conceptos. Hay que recordar que en ese país el porcentaje de participación ciudadana se calcula considerando la población elegible, 18 años o más, y el universo de votantes que sí ejercieron ese derecho, en forma anticipada o el día de las votaciones generales.
Con estos elementos del sistema electoral de Estados Unidos, Donald Trump ganó con amplia ventaja, incluso en la mayoría de los 7 Estados péndulo: Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada, Arizona, Carolina del Norte y Georgia, que se identifican así porque a diferencia de otros en los cuales sistemáticamente se vota o por demócratas o republicanos, California y Texas, respectivamente, en los Estados bisagra la votación oscila de un lado hacia otro, sin que se pueda pronosticar con claridad por qué partido votarán, justo por ello, las candidaturas realizan un trabajo intenso de proselitismo en ellos.
Aún sin que se tengan los resultados finales, el triunfo de Trump es irreversible y será elegido por el Colegio Electoral a mediados de diciembre. Varias lecciones importantes se desprenden del proceso electoral que lo llevó a la victoria. Una de ellas está en los resultados iniciales que indican la distribución del voto por segmentos de la población que lo apoyaron, ya sean el 44% de mujeres que votaron por él o el 45% de latinos, o el 38% de asiáticos que votaron por él, pese al anuncio de las políticas públicas que expuso en la campaña y los procedimientos judiciales que se desarrollan en su contra. De cualquier manera, los Estados Unidos le dan una lección al mundo cuando Kamala Harris le llama a Trump para felicitarlo por su triunfo y ofrecerle apoyo para una transición pacífica y ordenada del poder y de la administración.
Veremos, a partir de enero, si Donald Trump cumple sus propuestas de campaña, entre otras: cerrar la frontera y deportar hacia México a los migrantes; imponer un arancel del 10% a todos los productos que se importen y de un 200% a los autos con componentes chinos; y suspender los apoyos a Ucrania en la guerra contra Rusia. Estados Unidos y el mundo vivirán los efectos de la nueva presidencia y, a reserva de conocer los resultados finales, podemos afirmar que el proceso electoral norteamericano ha transcurrido sin violencia y conforme a las reglas establecidas por su Constitución y sus leyes.
* Magistrada del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán
@YurishaAndrade
Ver más opiniones de nuestros columnistas